Vayamos por partes y avanzando poco a poco. Pedro Sánchez no despierta gran admiración hacia su persona, ni por la totalidad de los cercanos a las distintas derechas, ni por supuesto por una parte numerosa de la izquierda. No inspira confianza ni tan siquiera a algunos de sus barones. El propio Puigdemont llegó a expresar literalmente que Sánchez no es “de fiar”. En las elecciones municipales y autonómicas de mayo la izquierda y el PSOE se hundieron porque la añeja derecha, PP, consiguió convertirlas de un plebiscito sobre la figura de Sánchez. Y Sánchez perdió y con él nuestra sociedad. Quédense con esta frase, que luego analizaremos, por favor. España se tiñó de azul y olor a naftalina. ¿Demostró ser Sánchez un hábil político? Los resultados lo desmienten.
El contexto es el que salva una y otra vez a Sánchez. Y unos de los agentes con mayor capacidad para modelar ese contexto es el cuarto poder. Cabe recordar que los tres poderes del gobierno en las democracias liberales son el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Pero en la era de la información y la comunicación, de las redes sociales y de la inmediatez, el papel de la prensa como agente socializador es abismal y decisivo. Quien controla los flujos de información posee la capacidad para construir el marco y el relato, es decir, modificar el contexto. Y actualmente en nuestro país vivimos en un Hallowen perpetúo en el que el “truco o trato” tiene dos vías: las elecciones generales y la investidura. En las elecciones generales el truco es: que llega la ultraderecha, y el trato: votadme y os salvo de la otra opción. Y en la investidura el truco es: necesitamos un Gobierno progresista por el bien del país, siendo el trato: pacto con quién sea y lo que haga falta y lo envuelvo en constitucionalidad que rima con necesidad. Que a la vez lo hace con necedad y oportunidad.
Sánchez comenzará la XV legislatura con una investidura por mayoría absoluta, con una única certeza: la terminante imposibilidad de legislar desde la izquierda y si me apuran de legislar sin más. Aunque Sánchez es un hábil político ¿o no?
Para los más acérrimos socialistas o arribistas de poca monta, Sánchez sería la materialización del proverbio japonés que dice: “El bambú que se dobla es más fuerte que el roble que resiste”. Para el PP está reflejado en la filosofía de Bruce Lee:
“Vacía tu mente, sé amorfo, moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza se convierte en la taza. Si pones agua en una botella se convierte en la botella. Si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o puede golpear. Yo soy agua, sé como el agua mi amigo”.
Para VOX basta con cambiar la taza por una escupidera, la botella por un inodoro y la tetera por una “caquita hidratada”, y el agua por aguas fecales. Y para la mayoría creo que se aproxima más al axioma souletspesíano:
“La mentira es más fuerte que la verdad cuando de controlar al manipulable se trata”.
Retomamos el por qué la sociedad española perdió en mayo al perder Sánchez. La respuesta es evidente, y es igualmente la explicación sobre si el recién elegido presidente del Gobierno es o no un hábil político. El contexto social español es binario en cuanto a bloques, involución frente a ligera evolución. Los violentos de la rancia ultraderecha, que han contagiado a la caduca derecha, han parasitado nuestra sociedad. Vivimos o, mejor dicho, sobrevivimos en una sociedad enferma y el único tratamiento que hoy tenemos, siendo casi “cuidados paliativos”, es el PSOE y compañía. Dándose la paradoja de que ese mismo PSOE ha debilitado la izquierda de manera notoria intentando que el morado transmute en magenta. Nos encontramos en el interior de un paradigma que señala que VOX es la causa por la que el PP jamás llegará a gobernar España y que el PSOE siga haciéndolo es el efecto. En definitiva, hoy comienza un nuevo curso político con un viejo refrán español: “Pan para hoy, y hambre para mañana” y más cuando Ezquerra descubra que la ley de Amnistía no es más que un acuerdo entre Junts y Sánchez. Me quedo con el final de la canción de Celtas Cortos “Cuéntame un cuento”:
Cuéntame un cuento
Que todavía no es tarde
Cuéntame un cuento
Que la noche está que arde.