Lo que se ha hecho a través de la historia, y con fronteras perfectamente definidas desde que se produjo la sedentarización, es promover los sentimientos hacia ese territorio con mitos y ensoñaciones. Sin conocimientos científicos para explicarlo no quedó más remedio que recurrir a la fábula y la mitificación. De ahí nació el “Pro patria mori” Romana, o el ensalzamiento romántico de las naciones del siglo XVII y XVIII.
Más modernamente, en la Edad media, lo único válido en los conceptos de la época era la “República Cristiana” con el Papa al frente y con todos los poderes –lo mismo que aún se sigue persiguiendo la “Unma Musulmana” y el poder del Califa-. Frente a ella, promovido intelectualmente por varios pensadores, el más conocido Guillermo de Ockham (1.350), un franciscano que escribió varios libros contra el poder omnímodo del papa, y asesoró a príncipes alemanes en su lucha por la autonomía de sus principados contra el papado, surgió toda la teorización de las naciones, luego de los estados. Quizá , El Príncipe, de Maquiavelo, y la lucha de las repúblicas italianas contra el Papa no sean más que el inicio de nacionalismo real. Con la Ilustración, y la fundamentación del poder en la unión de los ciudadanos y no en el poder divino que el mismo Dios concedía a os reyes para que ostentasen todo el poder -a los reyes y también a Francisco Franco que lo nombró Caudillo de España, eso decían las Pesetas- surgieron todas las constituciones modernas y la construcción teórica de los actuales estados.
Mucho se ha escrito ya sobre el nacionalismo. Por mi parte, lo que pretendo es aplicar el Conocimiento y situar a ese sentimiento animal imprescindible en algo sometido al equilibrio de la Vida, como cualquier otro aspecto que estudiemos. Es verdad que de una u otra forma debemos defender nuestra lengua, creencias y cultura. No digamos ya de nuestra economía. Nadie va a defenderla por nosotros. Y debemos generar una jerarquía con sus élites al frente y un liderazgo sólido en la cúspide para tomar decisiones ordenadas. Pero no es menos cierto que hemos de hacerlo de acuerdo con nuestros aliados, teniendo en cuenta a los que no pueden defender sus territorios y puede que tengamos que ayudarles, o recoger a sus refugiados, y no digamos ya de que todas las economías están toralmente entrelazadas, y que es necesario defender la economía de nuestros vecinos porque, también de ella, depende estrictamente la nuestra.
El Conocimiento nos enseña que defensa de la nación sí, pero en equilibrio con otras muchas cosas. Y sobre todo en equilibrio con nuestros vecinos y más aún nuestros aliados. Nada se puede llevar a extremos, pero menos aún la defensa de una lengua, religión, costumbres o comportamientos. De ser así jamás tendríamos nada de lo que tenemos hoy día, porque seguiríamos en las cavernas y en aquellas formas de pensar y actuar. El cambio, y la mimetización con lo ajeno, también es imprescindible para mejorar.
Si aplicamos esos razonamientos básicos diremos que la actuación de los líderes y élites pro independentismo catalán están bastante fuera de lugar en cuanto a aplicar La Razón, es decir, los conocimientos que ya se enseñan en todas las universidades. Porque lo primero que deberían mimar al máximo es a los Aragoneses, con los que irremediablemente seguirán conviviendo. Defendiendo aún más si cabe la economía aragonesa que la suya propia, porque son los que consumen sus productos manufacturados. Y defendiendo sus mejores alianzas con el resto de España porque son los que mejor pueden ayudarles y defenderles. No digamos ya de los lazos con la Unión Europea. Los dirigentes catalanas deberían cuidar como oro en paño sus, y nuestras, relaciones con el resto de Europa. Al no hacerlo así vemos que están más cerca del Mito antiguo y la defensa instintiva de un sentimiento, que de aplicar la cabeza para analizar y aplicar los conocimientos sobre la economía, la política, o el derecho.
Si los catalanes votantes medios aplicasen los razonamientos de analizar los momentos históricos, culturales, políticos y económicos en los que estamos, comprenderían que son perfectamente legítimos sus sentimientos de defensa de lo que ellos llaman su lengua y su cultura, pero con esa implantación que ellos pretenden es un acto casi imposible en la Europa actual. Porque sin quererlo, se convierten en unos…Nazis.
Ellos siguen el Mito, y dejan de lado La Razón. Decía ya hace más de Cuatrocientos años Calderón, “Y la experiencia me enseña/ que el hombre que vive sueña, lo que es/ hasta despertar…”.
Sobre el autor
Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados.