Si bien las recientes elecciones europeas asustan, el mundo mejora. La libertad global crece, aunque lentamente, y el desarrollo científico y tecnológico y, por tanto, la calidad de vida también, mientras que la pobreza cae y disminuyen la violencia, las guerras, el terrorismo y el delito común.
Cayó el nazismo, y el muro de Berlín que contenía la tiranía más liberticida de la historia. Según los últimos datos del multi estatal Banco Mundial, el 10 % de la población (los pobres) mundial vivía con menos de US$ 1,90 diarios en 2015, el 11 % en 2013 y casi el 36 % en 1990. En 2015 había 736 millones de pobres, cuando en 1990 eran 1850 millones.
En el pormenorizado trabajo de Max Roser, de la Universidad de Oxford, "War and Peace before 1945", se recopilan datos sobre conflictos bélicos desde el siglo XV. A partir de la Segunda Guerra Mundial, el número de muertes por combates continúa descendiendo. Según Roser, Steven Pinker y otros investigadores la guerra es cada vez es menos “rentable” económica y políticamente. Poseer un trozo más o menos de tierra ya no es tan relevante como hace 200 años. El foco de conflicto se ha desplazado a otros terrenos.
Y el delito común también cae, básicamente a medida que miles de personas van superando la pobreza y marginalidad. Y, por cierto, en esto nada tiene que ver la represión policial. Un caso sintomático es el de Nueva York donde el crimen disminuyó notoriamente y durante un tiempo se lo atribuyó erróneamente a la política de “tolerancia cero”.
Como explica el expolicía y exfiscal O'Donnell, la seguridad en la Gran Manzana mejoró gracias a los cambios económicos y sociales. Y asegura que "La ciudad era un lugar a evitar, y ahora es uno de los bienes inmuebles más valiosos del mundo", gracias a que el nivel económico subió notoriamente. La caída del crimen está relacionada a "factores de nivel macro", advierte a la BBC James Austin, presidente del JFA, que evalúa prácticas de justicia penal.
O sea que la violencia disminuye… aunque las elecciones europeas asusten… Estas elecciones, las de mayor participación en veinte años, mostraron que Europa sigue apoyándose, aunque menos, en conservadores, socialistas y liberales, que no es tan euroescéptica y que la gran novedad es el crecimiento del ecologismo.
Aunque los eurófobos han aumentado, todavía están lejos de poder bloquear la Eurocámara. Es significativo que en Francia e Italia ganaron la derecha populista de Marine Le Pen y Matteo Salvini, respectivamente, que basan su propaganda anti-Unión Europea en la crítica a una política “poco” restrictiva de la inmigración y los refugiados, es decir, exigen más represión policial, más violencia.
Pero, en mi opinión, esto no es lo más preocupante, más bien parece un “voto castigo” a los actuales gobernantes y, cuando se pase el enojo o cuando descubran que estos populistas son peores, volverán a sus cauces.
Los más preocupante es que Alemania y Dinamarca, entre otros, empujaron los buenos resultados de los Verdes. La “conciencia” ecológica está llegando a miles de jóvenes y empieza a traducirse en las urnas. No hay problema con los ecologistas y quizás hasta tengan razón, aunque hay muchos científicos serios que dicen que no la tienen, el problema es que quieren imponer sus ideas -sus “leyes”- por la fuerza policial del Estado y eso no está bien. Aunque sean “dueños de la verdad”, la coacción, la violencia no es el camino.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California