El periodista Jamal Khashoggi fue a un consulado saudí en Turquía el 28 de septiembre por unos trámites para casarse con una turca, y allí le dijeron que volviera más adelante. Regresó el 2 de octubre, pero nunca salió del consulado.
El día de su desaparición, empezó a temer una trampa y se lo dijo a la BBC. Ese día, 15 agentes saudíes viajaron a Turquía. Jamal fue descuartizado cuando estaba vivo, según Al Jazeera.
Khashoggi pasó años en los medios de Arabia Saudita como vocero oficioso de la familia real. Pero cuando Mohammed bin Salman se convirtió en príncipe heredero, en 2017, y comenzó a asumir control sobre distintos niveles de poder, la independencia de Jamal, aunque modesta, era insoportable. Se mudó a EE.UU., comenzó a escribir para The Washington Post y se convirtió en el peor crítico del príncipe heredero.
Ahora, los dirigentes políticos -por cuidar sus negocios- no solo que han engañado a un periodista desarmado para asesinado con ensañamiento, sino que pretenden -y lo lograrán, qué duda cabe- esconder la verdad. Turquía estaría buscando un acuerdo secreto con el reino saudí a cambio de ocultar evidencia.
Trump prometió que habría un "castigo severo" para el reino si se probara su responsabilidad. Pero se negó a cortar la venta de armas a Arabia Saudita. Y ahora sugiere que los responsables pueden ser "asesinos" por cuenta propia. Arabia Saudí fue el primer país que visitó Trump y su yerno y asesor, Jared Kushner, mantiene una fuerte relación con el príncipe heredero.
Y no es para menos, es grande el negocio. Según el SIPRI, EE.UU. y los europeos suministraron más del 98% de las importaciones de armas de Arabia Saudí que fue el segundo mayor importador global, detrás de India, y es el mayor cliente ya que compra el 18% de las exportaciones de EE.UU.
Así, todos estos políticos habrían convencido al reino, y los tribunales reales saudíes podrían acusar de la desaparición o la muerte de Khashoggi a "elementos descontrolados" de los servicios de seguridad. Turquía podría aceptar la explicación y el mundo nunca conocería la verdad.
Según fuentes de la CNN, los saudíes preparan un informe reconociendo que la muerte de Jamal fue el resultado de un interrogatorio que salió mal, uno que intentaba su rapto desde Turquía y que la operación se llevó a cabo "sin autorización ni transparencia" y que los involucrados "serán acusados". Con lo cual el crimen de los políticos será doble, además del horrendo asesinato, ocultarán la verdad.
El sector privado, los empresarios, sí han respondido de manera tajante y muchos han cancelado su participación en la Future Investment Initiative -un congreso al estilo Davos, programado del 23 al 25 de octubre en Arabia Saudita- como los ejecutivos de Uber, de The Economist, The New York Times, CNN, Bloomberg, Virgin Airlines y tantos otros.
Por cierto, haciendo gala de su doblez y apego a los negocios, estos mismos políticos se rasgan las vestiduras por el “terrorismo internacional”, y arman guerras para vender más armas, mientras apoyan a la fanática tiranía saudí “guardiana” de Medina y La Meca -las ciudades prohibidas a los “infieles”- que mantiene a las mujeres como esclavas y que hasta los cines prohibía, hasta hace pocos meses, por “frívolos”. Tiranía que ajustició -generalmente por decapitación- a 100 personas en 2017 marca que superaría en 2018, según cifras oficiales.