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Un español en Alemania (135)

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Alemanes que ejercen acoso laboral a emigrantes

Por Jose Mateos Mariscal
jueves 10 de marzo de 2022, 18:36h

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Psicóloga en Migración en Alemania, experta en acoso laboral y presidenta de la asociación Acción Contra el Acoso Laboral en Alemania, nos habla para ‘Un Español en Alemania’ de las múltiples formas de acoso (tantas prácticamente como personas diferentes encontramos) y la manera de identificar cuándo definitivamente nosotros no somos el problema.

"Los jefes alemanes que ejercen el acoso laboral a Emigrantes son perfectamente conscientes de lo que están haciendo"

¿Crees que eres un buen trabajador, pero tu jefe sigue presionándote? Es posible si vives esta situación que dudes entonces de tu eficiencia en el trabajo, incluso cuando los resultados estén de tu parte. Y es que ni el mal rendimiento de trabajo conduce necesariamente al ‘mobbing’ ni es solo en este caso cuando tu jefe puede volverse contra ti, sobe todo como inmigrantes.

Personas que no soportan el éxito ajeno

Las razones que pueden llevar a un jefe alemán a humillar a trabajadores emigrantes de la manera que sea a un subordinado que realmente es eficiente en su trabajo pueden derivar del miedo a que le roben el puesto de trabajo. Parece algo propio de una película, pero solo con mirar alrededor nos daremos cuenta de que es más común de lo que parece en Alemania: un superior que percibe que su empleado extranjero no solo no es malo, sino que hace su trabajo muy bien, incluso llegando a ser mejor que él mismo, puede, llevado bien por envidia, bien por rivalidad o bien por temor a que le sustituyan poner todos los medios a su alcance para anular al empleado migrante. En cualquier caso, reitero en el hecho de que pese a que estos motivos puedan parecer de algún modo pasionales o poco racionales “los jefes alemanes que ejercen el acoso laboral son perfectamente conscientes de lo que están haciendo. Otra cosa es si desde el punto de vista moral llegan o no a plantearse si sus actos están bien, pero saben perfectamente que están hostigando a la otra persona emigrante”.

Sherry Moss, profesora del Wake Forest University School of Business en un artículo publicado en ‘Harvard Business Review’, coincide con estas razones. Sí que hace hincapié en que puede darse el caso de que un superior trate mal al empleado por falta de rendimiento, pero se fija en muchas formas posibles de "agresiones no físicas, como ridiculizar a los empleados migrantes, enfrentarlos entre ellos o acusarles de incompetencia". Pero también resalta que es más común de lo que parece “que humillen a un trabajador exitoso inmigrante porque crean que puede reemplazar su lugar en la jerarquía de la empresa”. Según ella, es sobre todo en las empresas de alto rendimiento donde más se producen este tipo de comportamientos, donde existe la lógica de "perro come a perro", afirma.

Jose Mateos Mariscal: "Puedes estar solo durante años"

La persona que es jefa de la recogida de basura del ayuntamiento donde trabajo, generó abuso de poder en muchos inmigrantes: “Desde ignorarme, mandar mails generales acusándome y desprestigiando mi imagen, hasta agarrarme en un pasillo y decirme cualquier cosa”.

Tras haberme asesorado e informado sobre el tema, que el abuso puede ser extremo, como en el caso de la violencia física, o sutil, tanto “como que te ignoren toda tu vida, que te desprecien por ser emigrante, que llegues al lugar de trabajo y seas cero, que no te saluden y tus compañeros no te hablen”. Y agrego: “Puedes estar solo durante años y conozco mucha gente a la que le ha pasado eso en Alemania”.

En la empresa donde trabajo desde el primer día que llegué me encontré con un conflicto ya instalado y un ambiente muy tóxico. “¿Viste cuando tienes una pareja tóxica? Bueno, esto es peor”. Y aseguro: “Yo fui testigo de lo que le hacían”. A los extranjeros, sufrí las consecuencias y destrato de la jefa del lugar. Me sentí marginado.

“Yo entré al lugar de trabajo con toda la ilusión del que hace mis primeras armas”, y al poco tiempo pensé en despedirme. Pero afirmo que en las empresas alemanas está lleno de casos similares por “la lucha de egos” y los temores respecto a “los que vienen de abajo”.

Martina Anasagasti: “Es grande el riesgo de quedar aislada”

“En la primera institución que trabajé en Alemania fui víctima. En la institución dos fui testigo de maltrato a subordinados por un superior y también fui víctima”, relata, como si fuera un parte.

En el primer caso, su superior “obstaculizó la obtención de datos para su proyecto, el acceso a fondos de investigación y también aspectos burocráticos por ser inmigrante entre otros detalles. Dice que todo el proceso que vivió allí fue un claro caso de acoso por jefes alemanes, “aunque bien velado”. El superior, recuerda, era selectivo respecto a quién aplicaba el “maltrato” y a quién no. Y dice que en general se atacaba a quienes tenían iniciativa de hacer cosas en forma independiente, sobre todo extranjeros.

En el segundo laboratorio presenció “episodios muy violentos” hacia un subordinado, como gritos, amenazas y una estrategia para aislarlo.

Martina trabajó en el exterior y cree que la prevalencia de estos casos es mayor en Alemania que en otros lados. También dice que en eso influye la falta de educación, y hace que “todos estén tensos”. Afuera de Alemania notó mayor vigilancia de estos temas.

¿La presión la hizo pensar en abandonar? “Yo lo sobrellevé, pero fue muy duro porque acá el ambiente es muy chico, hay alianzas y enemistades entre laboratorios”, por lo que “es grande el riesgo de no poder reinsertarse y quedar aislada”.

Lucia Prieto: "Me sentí vulnerable"

Agradece que, con la pandemia, este último año en Alemania haya tenido más trabajo remoto porque dice que está inmersa en un ambiente laboral violento y se ha sentido víctima de persecución de un colega. El tema está al tanto de los superiores, que conocen el “hostigamiento” y por ahora la han amparado.

De hecho, Lucia hace un trabajo terapéutico, que la ayuda a no “no habilitar que esa persona ejerza maltrato”. Por las dudas, deja todo documentado: registra como pruebas lo que le envía, desde correos o audios. “Cuando no aguante más o no lo pueda sostener, lo utilizaré para denunciarlo”, adelanta. Pero, además, ha sido testigo de al menos tres casos donde otras personas han sido acosadas y coincide en que es un asunto complejo. “En dos casos se llegaron a adoptar acciones, pero son procesos muy lentos, es difícil encontrar gente dispuesta a dar testimonios en Alemania y no se cree en las víctimas”, explica. “En general los agresores son mentes muy perversas. Yo misma me sentí vulnerable: si daba testimonios, podían tomar represalias conmigo. Al final lo hice, pero desde el anonimato”, cuenta.

Esas denuncias terminaron sin mayores consecuencias para los involucrados: “Se barrió debajo de la alfombra, en algún caso quedó en el legajo”. Eso “pasó y está pasando ahora” en Alemania y no es solo cuestión de género, aclara.

El 64,9% de los emigrantes opina que denunciar una situación de acoso afecta negativamente su carrera, según una encuesta reciente.

Jaime (nombre ficticio): "Puedes pensar hasta en suicidarte"

Le gustaría dar su nombre y detalles pero no puede hacerlo porque el expediente está en proceso en Alemania: tiene un par de denuncias realizadas donde trabaja.

Dice que a él le buscaron “cada detalle” para socavarlo y le escondieron la información. Que le inventaron historias y convencieron al personal a cargo que él les quería hacer daño. “Te enchastran, te etiquetan de problemático... Y no cometas un error: si estas dentro del sistema no pasa nada. Pero si no estás como enemigo, te ponen una mancha negra”, afirma. Luego dice que intentaron echarlo pero no pudieron porque “algunos compañeros dieron la cara”. Igual recibió una sanción que hoy considera inmerecida. Desesperado, habló con un amigo, quien lo ayudó con apoyo psicológico. Y explica: “Puedes llegar a perder tu autoestima y tu carrera profesional. No es mi caso, pero en algún momento piensas hasta en suicidarte. Creés que todo eso que te hacen es culpa tuya por ser extranjero ”.

Dice que, en su caso, estaba “demasiado convencido de que lo que hacía técnicamente estaba bien”. Pero sí lo convencieron de que tenía problemas de relacionamiento. Jaime desea que casos como el de él no sucedan más en Alemania “Un grupo de personas no puede juntarse y liquidarle la carrera a otros por desavenencias o caprichos. Pero nuestra comunidad inmigrante está plagada de estos problemas”.

En todo esto, dice, influyen los “celos”, la “pelea feroz por recursos para trabajar” y que a veces los sueldos “deben ser generados por cada uno a través de proyectos donde se consigue el dinero”.

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