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El estado del estado (XVII): La libertad (1ª parte)
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El estado del estado (XVII): La libertad (1ª parte)

Por Carlos González
sábado 27 de junio de 2020, 18:20h

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Mi amigo Mario me encasilla como un ser… Libre. Para él es su forma de explicarse que si no soy de Izquierdas, o de derechas, o no soy Cristiano ni Marxista, ni liberal ni capitalista –que parece que ahora casi todo el mundo tienen que pertenecer a uno de esos bandos, y si no, es incalificable y por ello un individuo un tanto “Sospechoso”- pues entonces, me califica como… “Libre”.

Yony también debe abordar estos términos. Pero él viene de una cultura bastante más desarrollada y sabe explicar bien lo que nos pasa. Escribe en sus informes que en estos momentos, en el Occidente, vivimos bajo unos Mitos que parecen muy importantes para mucha gente, y que cuando hablan de ellos lo hacen con una trascendencia como si de un Espíritu Sagrado se tratase. Es verdad, es un tema de fe. De creencias profundas en un sistema de ideas y conceptos, también con algún dogma que otro, que suele fanatizar a bastantes personas. Porque cuando se comienza a razonar sobre la aplicación de los márgenes de esas libertades suelen apartar la mirada y a veces mostrarse un tonto violentos, señal de que es algo fanático y no un tema de comprensión y explicación.

No querido Mario, el autor del informe sabe que en el fondo no me siento libre. Más aún, desde el punto de vista intelectual sostiene que nadie es “libre”. Porque dice que necesito alimentarme en una cantidades determinadas, ni poco ni con gula. Debo mantener mi cuerpo en unas constantes de temperatura con pocos márgenes. Necesito como el respirar el afecto de las personas que me quieren y a las que quiero. Y –ahora ya voy viejo- pero mis impulsos sexuales me llevan a buscar el amor de mi mujer. Cuando me desplazo andando o en coche dependo de todos los demás, tanto de semáforos, cruces, o respeto a los carriles. Debo pagar mis impuestos, en su día hice el servicio militar porque era obligatorio. En todas partes en público debo comportarme con la educación que se espera de mí. ¿Puedes decirme en qué soy libre? ¿No será que estoy un poco ciego y esa enorme “Libertad” que tanto motiva a todo el que se le llena la boca con esa palabra yo no la veo por ningún sitio?. ¿No será más que una idea Mítica a la que nos aferramos porque nos lleva al abismo abrir los ojos y comprobar que dependemos de todo y de todos?

El primer credo que proclama en la historia del pensamiento que el ser humano es libre, es precisamente el Cristianismo. Porque sostiene que Dios creó al hombre libre para decidir. Bien es cierto que le marca una reglas estrictas, y el que no las cumple termina en el Infierno y destruido para siempre. Es verdad que sigue siendo libre de escoger, pero cualquier persona sensata no quiere el castigo ni la destrucción, por ello la gente inteligente no le queda más remedio que obedecer a Dios. Parece que ante esa perspectiva le queda poca… “Libertad”.

En la historia social la primera vez que se gritó en las calles “Libertad” fue, precisamente, para reclamar libertad de empresa y de oficios, porque los Gremios disponían de tal poder político en la Edad Media que dominaban toda profesión y toda actividad artesanal. Es obvio –siempre sucede así- que el que dispone de ese poder omnímodo aplica la más amplia y descarada corrupción. Se pedía “Libertad” para escapar a su nepotismo y que honradamente cada uno pudiese trabajar en lo suyo y el que lo hiciera a gusto del consumidor pudiese obrar sin pagar… “Peaje”.

Pero el gran Mito nace con la revolución Francesa. Se eleva a las alturas del nivel del “Espíritu Santo” la “Libertad del Hombre”. Porque lo que querían romper era el hecho de que Dios nombró al rey y este era dueño y señor de todos sus súbditos, los cuales le debían obediencia estricta. ¡Nada más!. Desaparecida esa creencia –hoy no creo que ni los muy monárquicos en España o Inglaterra crean que dios nombró al rey y le deben obediencia ciega, más aún, estos últimos le cortaron la cabeza en 1.649 y le obligaron a su sucesor a respetar las leyes del parlamento- por eso nos dice Yony que no tiene mucho sentido seguir pregonando por las calles y en cualquier tertulia o mitin político esa palabra, “Libertad”, que no sea para embaucar a alguien.

Se pregunta Yony al observarnos y tener que informar de nosotros ¿Quién persigue y usa la verdadera Libertad, el catalán convencido que lucha por la independencia de su cultura y lengua, o el Español que quiere vivir en paz y circular sin trabas y con respeto en todo el territorio nacional? ¿Es que uno de ellos ya no lucha por “La Libertad”?. Y ¿Quién es el auténticamente libre, el que vive en un país socialista y no puede viajar por el mundo porque lo controla estrictamente su gobierno, o un capitalista pobre que por lo menos puede luchar por si un día dispone de dinero para poder hacerlo?.

Razonando con estricto sentido común ¿De qué es libre cada ser humano, y de qué no lo es?.

¿No será que nos aferramos a la palabra “Libertad” como nos aferrábamos al “Espíritu Santo” para elucubrar y soñar solos en nuestra propia cabeza?

Sobre el autor

Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.

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