Una vez más, los sesudos asesores de Pedro Sánchez han recurrido al manido recurso de exigir la exhumación del cadáver del dictador Francisco Franco y posterior traslado del Valle de los Caídos al lugar que decidan sus familiares.
Y de tal guisa, lo que quieren es lograr que su líder pueda prolongar unos meses más su estancia en la Moncloa, lugar en el que al parecer se encuentra como pez en el agua y con derecho a veranear acompañado de su familia, gratis total en el Coto de Doñana y con cargo al bolsillo de los españoles. Siendo el objetivo el alargar su supervivencia en el Gobierno a la espera de que vientos más propicios predispongan el ciclo electoral mas a su favor.
El presidente, huero de capacidad legislativa para poner en marcha las tan necesitadas reformas, pervive refugiándose en una inútil política de gestos que para nada sirve y menos soluciona, pero que le permitan alargar su etapa gubernamental, si bien es cierto que con 84 diputados, el relato programático está siendo más bien escaso, y con tales medios, el objetivo de rescatar los votos fugados a Podemos para arrebatarles la bandera antifranquista no será tarea fácil.
Decantarse por la vía del Decreto-Ley como pretende el Jefe del Ejecutivo, hasta el momento solo ha cosechado duras críticas, cuando lo suyo sería la búsqueda de soluciones pero a través del debate parlamentario pero nunca sirviéndose de burdas y descaradas imposiciones.
Aunque es triste reconocerlo, lo cierto es que la suerte no ha acompañado a los socialistas con sus dos últimos presidentes: Zapatero y Sánchez. La democracia española de años atrás, nunca necesito recurrir a mover el cadáver de Franco por Real-Decreto para figurar entre los países con mayores crecimientos y desarrollo.
El criterio y forma de gobernar de Felipe González a todos los efectos, no guarda la más mínima similitud con sus citados sucesores. El mero hecho de pretender compararlos representa todo un insulto para el citado González. Sobre el innombrable Zapatero sobra cualquier tipo de comentario, sencilla e incompresiblemente vergonzoso. En cuanto a Sánchez, que en un principio aparentaba prudentes maneras, actualmente toda su gestión se ha convertido en un puro despropósito a quien solo ocupa y preocupa mantenerse en el poder a cualquier precio. A modo dejemplo, podrían citarse dos despropósitos tales como: el aplazamiento de la aprobación de los presupuestos y el posible veto de atribuciones al Senado. Todo es válido con tal de dilatar la convocatoria de elecciones generales.
En lo que sí parece estar de acuerdo la mayoría de los ciudadanos es en que nos encaminamos hacia un otoño caliente y problemático, en gran parte debido a la permanente amenaza del independentismo catalán y posiblemente con mayor dureza en la próxima Diada de septiembre y el aniversario del 1-O, lo que enrarecerá las ya difíciles relaciones entre el Gobierno y la Generalidad Catalana... ¡¡Tiempo al tiempo!!