En una columna anterior decía que, tras la muerte de George Floyd, se produjeron unas protestas incluso peores que tras el asesinato de Martin Luther King, en 1968. Crisis que se desató en plena frustración dadas las cuarentenas forzadas -por el monopolio estatal de la violencia- con la excusa de frenar al Covid 19 como si la naturaleza, en libertad, no tuviera sus recursos.