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Carlos González

02/01/2019@12:04:31
Ya han llegado las fechas tan señaladas en nuestro calendario, por eso, de todo corazón, os deseo a todos: ¡FELIZ AÑO 2019, FELIZ NAVIDAD!

Ya es conocido que diversas religiones, tan antiguas como las nacidas de los libros Veda, hace más de tres mil años, han dejado claro, pero en forma de creencia, que todos los seres humanos éramos la misma Especie, y que todos nacimos hijos de la misma Madre tierra.

Mientras la humanidad, en su visión de especie, actuó con mirada y ensoñación infantil, lo hizo al amparo de sus dioses. El ser humano por sí mismo no podía conocer ni decidir nada…

Por tal entendemos la de aquella persona que se siente responsable de sus decisiones y trata de adoptar las mismas basándose en los mayores y mejores Conocimientos posibles.

Es la visión desde la mente de un niño a los cinco años de edad. En su cabeza solo existe ensoñación, exageración mágica de su entorno, y sentimiento gregario respecto a los que sean sus cuidadores.

Para los griegos Logos era la palabra. La palabra con la que se creaba el orden del mundo. Eso ha llevado a que los primeros escritos cristianos hayan llamado a ese Logos el Verbo, el Verbo era dios y se hizo Hombre, rezan nuestros escritos.

Con esta serie de artículos quiero abordar la evolución de la consciencia de la humanidad, de los seres humanos en su conjunto -ya sé que unas culturas han avanzado más que otras- para que nos pongamos de acuerdo en una posible concepción del mundo válida para toda la Especie Humana, que nos ayude a caminar en estos tiempos, ciertamente, azarosos.

Como seguimos estudiando y comprendiendo cómo se forman, mantienen y destruyen los grupos sociales organizados, y ya hemos aceptado cuales son las premisas que crean cualquier situación, es decir, Presión, Tensión y Equilibrio, es imprescindible que incorporemos a estas, para un más profundo análisis, un concepto que hasta ahora, en la historia de las religiones e ideologías, no se ha aportado nunca… Dinamicidad.

Desde el mismo momento que despertó la conciencia humana su primer deseo fue intentar aplicar el mejor Orden posible al tremendo Kaos que tenía enfrente.

Ya se ha expresado claramente en el artículo dedicado a la visión adolescente que la humanidad, como Especie, en lo que se refiere a la evolución de su mente y forma de pensar y evaluar, corresponde a la de un adolescente medio. Quizá a lo que los técnicos denominan, un adolescente tardío. Esta termina a los veinticuatro años. Como grupo pensamos y actuamos como un joven de veinte a veintidós años lo haría.

Cuando ya estamos ante la mirada de un joven de ambos sexos, que siente deseos sexuales y aún no sabe cómo enfrentarse al nuevo mundo que se le presenta.

Son miles los libros escritos acerca de estas dos cuestiones. El Islam fue el primero, en el siglo X, en Bagdad, y el Cristianismo dos siglos y medio más tarde, ambos fracasaron en esta cuestión porque se rechazó la razón –palabra que elevó a lo más alto Tomás de Aquino en el París de 1.250- para permanecer el Mito.

Es cierto que ahora lo escribimos con letras latinas, Caos. Pero he querido mantener la posible escritura griega, en la que no cabe la C, y por eso le denomino, Kaos.

Si ha quedado claro hasta la extenuación que cualquier objeto, ser vivo o situación no es más que un equilibrio momentáneo de fuerzas en contraposición, debemos adentrarnos en un tema ciertamente controvertido, La Fuerza. Y, además, hemos de intentar ser certeros, porque pueda dar lugar a muy desagradables equívocos.

Al comenzar a explicar el mundo se dejó claro que todo lo existente no son más que equilibrios, y además con estas características: Relativos, Subjetivos y Circunstanciales.