Un reciente estudio de la Universidad de Alicante (UA) y la Universidad Miguel Hernández (UMH), en colaboración con el Ministerio para la Transición Ecológica, ha analizado cómo las olas de calor afectan el movimiento de las águilas en la Península Ibérica. Utilizando tecnología GPS, los investigadores examinaron más de un millón de registros de vuelo entre 2021 y 2024, centrándose en tres especies: el águila real, el águila perdicera y el águila imperial ibérica. Los resultados indican que las condiciones meteorológicas extremas influyen significativamente en el comportamiento de vuelo, con variaciones notables entre especies. Durante las olas de calor, el águila real mostró cambios significativos en su comportamiento, mientras que el águila perdicera mantuvo su patrón habitual. Este estudio destaca la importancia de entender cómo el cambio climático afecta a las aves rapaces. Para más información, visita el enlace.
Un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad de Alicante (UA) y la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), en colaboración con el Ministerio para la Transición Ecológica, la Junta de Extremadura y diversas instituciones, ha revelado cómo las olas de calor impactan el movimiento de las águilas en la Península Ibérica. A través del uso de tecnología GPS, los investigadores han analizado el comportamiento de estas aves rapaces ante condiciones meteorológicas adversas.
Los hallazgos, publicados en la revista científica Ecology and Evolution, indican que los eventos climáticos extremos alteran significativamente tanto el vuelo como el desplazamiento de estas especies. Sin embargo, cada tipo de águila responde de manera particular a estas circunstancias.
La investigación se centró en tres especies emblemáticas: el águila real (Aquila chrysaetos), el águila perdicera (Aquila fasciata) y el águila imperial ibérica (Aquila adalberti). Mediante un análisis exhaustivo que abarcó más de un millón de registros de vuelo recopilados entre 2021 y 2024, los científicos pudieron evaluar cómo variables como la temperatura, la velocidad del viento, la presión atmosférica y las precipitaciones afectan aspectos cruciales del comportamiento aéreo.
Los resultados obtenidos muestran que las tres especies desarrollan estrategias distintas al enfrentarse a condiciones meteorológicas similares. En particular, durante las olas de calor —definidas como periodos prolongados con temperaturas superiores a 37 ºC—, se observó que el águila real experimentó los cambios más significativos en su patrón de vuelo, lo que sugiere una mayor sensibilidad a las altas temperaturas.
A diferencia del águila real, el águila perdicera mostró escasos cambios en su comportamiento durante estos episodios calurosos. Este fenómeno podría atribuirse a su adaptación a climas más cálidos y a su menor tamaño corporal, características que le otorgan una mayor tolerancia térmica frente al calor extremo.
Este estudio no solo aporta valiosa información sobre la ecología y comportamiento de estas aves rapaces, sino que también plantea importantes preguntas sobre cómo los cambios climáticos futuros podrían afectar sus poblaciones y hábitats en la Península Ibérica.
El estudio fue realizado por la Universidad de Alicante (UA), la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), el Ministerio para la Transición Ecológica, la Junta de Extremadura y otras instituciones.
Se centró en tres especies de grandes águilas que habitan en la Península Ibérica: el águila real (Aquila chrysaetos), el águila perdicera (Aquila fasciata) y el águila imperial ibérica (Aquila adalberti).
Los investigadores utilizaron tecnología GPS de alta frecuencia para analizar más de un millón de registros de vuelo obtenidos entre 2021 y 2024.
Se evaluaron factores como la temperatura, la velocidad del viento, la presión atmosférica y las precipitaciones.
Durante las olas de calor, el águila real presentó cambios notables en su comportamiento de vuelo, sugiriendo una mayor sensibilidad a las altas temperaturas.
El águila perdicera apenas modificó su patrón de vuelo, posiblemente debido a su origen en regiones más cálidas y a su menor tamaño corporal, lo que podría conferirle una mayor tolerancia térmica.